Mujer es ser Belleza

Aug 11, 2020 | Reflexiones

Ser mujer para mí ha representado un compendio de elementos que, a mi modo de ver, todo tiene que ver con la belleza. Sí, ¡Con la belleza! Ser mujer es símbolo y sinónimo de belleza, imperiosamente, y es que, bien lo dijo la sabia escritora chilena Isabel Allende en Alguna conferencia: “Las mujeres queremos belleza. En todas las culturas, entre los más pobres de los pobres, las mujeres nos adornamos con lo que sea, con una pluma de gallo, con unas conchitas, con un tatuaje, con pintura, o con lo que sea, nos adornamos. Adornamos nuestras casas, a veces tratamos de adornar a los hombres con resultados desastrosos, por lo general. Queremos belleza, queremos belleza en el mundo, en la naturaleza, para nuestras vidas.” 

Y es que así es, puesto que la belleza que perseguimos tiene que ver, no nada más con la vanidad de querer lucir relucientes en todo momento, con buscar la perfección en un rostro simétrico, en un cuerpo voluptuoso y ejercitado, en una larga y frondosa cabellera o en los trajes más glamorosos. Además, esta belleza que perseguimos tan acuciosamente  tiene que ver, fundamentalmente, con el alma, con las ideas, con el carácter, y con los ojos con los que observamos al mundo; de este modo, procuramos la belleza por donde pasamos, la belleza en el amor, y en la magia en la que nos envuelve el romance, la belleza en el hogar, y en la calidez  y en el color que le agregamos a los espacios, a nuestro resguardo, a nuestros vínculos más preciados.

La belleza en el sumo cuidado que le imprimimos a los seres, a los sueños y las cosas que con talento rosamos, la belleza en la sensualidad, en ése sutil arte del contonear la cadera y agitar la cabellera mientras, entre la multitud, cotidianamente transitamos.

 La belleza en la picardía, cuando con un halo de maldad coqueteamos, y con total deleite por el descaro a nuestros pretendientes seducimos, cautivamos, incitamos, desafiamos y en múltiples casos, aun así, ¡Rechazamos!. 

La belleza cuando Acogemos a un alma frágil en nuestros brazos, le resguardamos en nuestro regazo, con las precisas palabras abrigamos, y con nuestra divina luz sanamos.

La belleza, cuando encendemos la vida, y siendo cómplices del cosmos, prestamos nuestro vientre, para que mediante la magia se geste la inocencia, el candor, la chispa.

La belleza en la determinación, cuando nos desbocamos hacia un propósito en concreto y no desfallecemos hasta conseguirlo, la belleza en la bravura cuando nos levantamos de las más estrepitosas caídas y aún hechas trizas, nos recomponemos, poco a poco juntando y reparando una a una las estropeadas piezas del rompecabezas que componen el alma, y entonces, continuamos y nos reconstruimos y avanzamos, pero esta vez con más apetito y ferocidad que nunca, ¡Ahí está la belleza! 

La belleza cuando con garbo y ahínco, imponemos nuestra presencia, nuestro andar, nuestra mirada, nuestras ideas, nuestras palabras, nuestro aroma y nuestra existencia. ¡Ahí está la belleza!

 Cuando somos nosotras mismas con absoluto desparpajo y gracia, cuando mostramos nuestra verdad sin temor, sin reparo, sin culpa, y sin modestia alguna, cuando nada ni nadie logra opacarnos, disminuirnos o intimidarnos, puesto que nuestro esplendor se ha hecho monumental, y entonces, ya no únicamente tenemos belleza, ¡SOMOS LA BELLEZA MISMA! Es por lo que, bajo mi perspectiva, no se EsMujer, exclusivamente por destino biológico, sino que, tras un arduo trabajo, y una construcción, mediante el autoconocimiento, el tiempo, las experiencias, la sabiduría y un gran talento, un día, finalmente, se llega a Ser Mujer. Y esa, en definitiva, es la más auténtica belleza.

Tu Primera sesión de Coaching es GRATIS

X