“Puedes ser preciosa a los 30, encantadora a los 40 e irresistible por el resto de tu vida” (Gabrielle Chanel)
Oficialmente soy una treintañera, una mujer de treinta años o como prefieran llamarle, pero eso sí una mujer de 30 feliz o más bien, que aprendió a serlo.A diferencia de muchas, a mí los 30´s no solo no me asustan sino que me entusiasman, no me incomoda que me digan señora, por el contrario, me genera orgullo, porque eso para mí es símbolo de respeto; tampoco envidio a las de veinte, porque como alguna vez lo dijo la sabia Comediante Alejandra Azcárate: “las de veinte son como el sushi: ricas, pero crudas, en cambio las de 30 somos como un lomo al trapo: amarradas, duras, pero calientes y muy jugosas”.Así es queridas amigas, además la ciencia nos respalda, pues; algunos sociólogos llegaron a la conclusión de que la belleza de una mujer florece a la edad de 31 años, “Es la cima de la hermosura de una joven porque ya está más segura de sí misma.” Ser una mujer significa un destino biológico que, sin embargo, llega a convertirse en un destino social. Ser mujer y ser vieja es equivalente en nuestra sociedad a un cúmulo de desventajas sociales.
Finalmente llegó mi cumpleaños número 30 y pese a lo interesante que siempre me ha parecido esta década en las mujeres; fue inevitable entrar en un estado de reflexión profunda, de percibir sentimientos encontrados entre: preocupación, frenesí, ansiedad ¿Y por qué no? Nostalgia, porque no nos digamos mentiras, por más mujeres seguras y regias que seamos, es inevitable caer en ese jueguito ridículo en el que nos angustia un poco la edad, porque por desgracia, a esta sociedad le fascina envejecer antes de tiempo a sus mujeres, especialmente a las del tercer mundo, cosa que no sucede a menudo con los hombres.
“La glorificación del papel femenino como esposa y madre ciertamente contribuye a esta restricción del rango de plena competencia de las mujeres comprendido entre los 20 y 45 años de edad. Nuestra sociedad discrimina a las mujeres más que a los hombres maduros y les atribuye a las mujeres dentro del grupo de “mayores” a una edad de 10 o 15 años menos que a los hombres. Se muestra la misma actitud hacia las mujeres solteras, quienes son consideradas como solteronas, mientras que en condiciones similares los hombres no lo son. Los hombres solteros, por el otro lado, son muy bien estimados. Esto puede explicarse solamente por la glorificación del papel de madre para el caso de la mujer.” (Situación de la mujer madura-Lehr, 1977)
Hay que mencionar, además, que es a partir de esta edad, los 30, donde con mayor ahínco y agresividad la sociedad nos recuerda las supuestas reglas de la feminidad, los patrones a seguir, los atuendos adecuados, el tipo de relaciones que deberíamos sostener, la cantidad de hijos que deberíamos tener y si ya los tenemos, el cómo deberíamos educarlos; esta es justo la década en la que los estereotipos de solteronas comienzan a ceñirse sobre nosotras, la familia que constantemente nos ridiculiza con preguntas incómodas si no cumplimos con sus expectativas, los extremos a los que llegamos con tal de no morir solteras, con sobrepeso, fracasadas y arrugadas, es totalmente agotador…
Un buen ejemplo de tales absurdos imaginarios en torno a las treintañeras, es justamente la película: El diario de Bridget Jones, la cual, con los años se ha transformado en un excelente referente cultural del Cosmos femenino de las treintañeras, con toda la montaña rusa emocional pertinente y sobre todo, con el terror de envejecer y además de hacerlo solas y del pánico a tener que besar millones de sapos antes de conocer al príncipe. Es por lo cual no es sorpresa el que tantas mujeres hayan logrado identificarse con el argumento del filme e interiorizar el valor de la auto aceptación y del amor propio; que el cuerpo, a la hora del té no importa tanto, que burlarnos de nosotras mismas no solo debería ser normalizado sino que además es liberador; que todas, con defectos y virtudes, estamos en la capacidad de hallar a nuestro respectivo caballero. Es así como Bridget Jones pone sobre la mesa aquellos dramas femeninos, que por minúsculos que parezcan, a las mujeres sí que nos arrebatan la paz, y que más allá del cliché, a todas nos logra identificar.
Es por lo que, tras procesar toda esa información resumida en columnas, películas y series rosa cuya prioridad éramos, justamente las treintañeras contemporáneas; inicié una especie de viaje de recuerdos por lo que ha sido mi vida hasta la fecha en todos los aspectos: emocional, espiritual, profesional, económico y familiar; así como una especie de autoevaluación en cada uno de estos para analizar qué tan grave me encontraba tras cumplir 30; debo anotar que, si bien las mujeres solemos darnos bien duro respecto al cumplimento de años versus cumplimiento de metas y además de por cómo lucimos en dicho proceso, al cumplir 30 es donde todo ello se pone a prueba, pues queridas amigas, les cuento que el nivel de auto latigazo no solo no para ahí, sino que se incrementa, pero tranquilas, eso no es del todo malo, y ya más adelante les contaré porqué.
Continuando con mi proceso de introspección, que además suele ser bastante habitual, pero que ya acercándose la fecha de mi cumpleaños y encaramándome al piso #3 se intensificó. Entonces, empecé a recordar todo aquello con lo que soñaba cuando era niña: el tipo de mujer que quería ser, el estilo de vida que quería llevar y las metas que sin duda quería alcanzar; y debo admitir, que revivir a esa niña apasionada, soñadora, extrovertida, ingenua y sagaz me llenó de nostalgia, pero eso sí, también me hizo muy feliz el corroborar que mucho de ella aún vive dentro de mí, y que si bien estoy consciente de lo mucho que la he decepcionado en algunas aristas de la vida; creo que en términos generales le he sido fiel, y aunque a veces parezca que me olvido de ella, en realidad siempre la hago regresar como por arte de magia, para que no me permita perder el norte.
En medio de este trance, que para algunos resultará conmovedor y para otros simplemente ridículo, me identifiqué por un instante con Jenna Rink, fue inevitable sentirme aquel personaje; sí, el de aquella comedia romántica de 2004, “Si tuviera 30”, protagonizada además por la maravillosa Jennifer Garner, puntualmente la escena en la que Jenna pide un deseo en su cumpleaños número 13: “Quiero tener 30, ser coqueta y próspera”. Porque según Jenna y su revista favorita Poise “los 30´s son los mejores años de tu vida”…
Ahora veo que ni Jenna ni su revista estaban lejos de la realidad. Para quienes no vieron la película les pondré en contexto brevemente: Jenna Rink era una adolescente de 13 años que añoraba desesperadamente convertirse en una mujer adulta, específicamente de 30 años, eso sí, bellísima, con un guardarropa envidiable y una carrera sumamente exitosa, sin importar las implicaciones que ello tuviera o a quien hubiese que sacrificar en el medio. Y en efecto, el deseo se le hace realidad, y la cuestión después será como esa niñita de 13 años logra arreglárselas en ese cuerpo y en esa vida de mujer adulta. Ya aclarada la temática de “Si tuviera 30” volvamos a mi cumpleaños, justamente ese día, una de mis mejores amigas me llamó para felicitarme y me dijo:-“¡Cumples 30 wao!, Felicitaciones!, Te cuento que después de ese cumpleaños todo duele más, es como un balde de agua fría cada año, 31 ¡Ouhh!, 32 ¡Ouuhh!, 33 ¡Ayayayy… Y así”… Después de reírnos juntas le dije:-Yo no lo veo de ese modo…Creo que al igual que Jenna Rink, para mí la vida adulta era como una especie de fantasía, que añoraba porque se me hiciera realidad, contaba las horas para ser una de esas mujeres adultas, profesionales, exitosas, empoderadas que se pintaban la boca de rojo, se montaban en unos tacones de 8 centímetros, se colgaban el bolso divino, corrían despavoridas a subirse a su auto y conducían hasta sus esplendidas oficinas, y ¡Por supuesto! que esto se viera reflejado en un buen armario, repleto de zapatos, carteras y vestidos de diseñador; que luego de salir de sus trabajos exhaustas, salieran con sus amigas igualmente exitosas y bellas por unas copas al bar más cotizado de la ciudad, ¡Solas!. A diferencia de muchas niñas de mi edad, jamás me visualizaba casada, con hijos, la casita de campo y el perro, no, mi ideal de felicidad era justo lo opuesto, la independencia en todas las áreas, y el éxito alucinante, eso era justo lo que admiraba de Jenna Rink en sus 30.
Claro está, no es lo único en lo que me identifico con el personaje, pues más allá de lo banal que a muchos pueda resultarles la historia, a mí realmente se me hace inspiradora; y es que, en lo personal, considero que aquello más valioso del filme es ese mensaje para las treintañeras, y en general para el público femenino, que evidente o no, ahí estaba y, a mi juicio, logra traspasar el Universo femenino más allá del artificio, la fantasía, y el mundo rosa que tanto nos vende la publicidad, y que, en todo caso, no nos digamos mentiras, sí, a muchas nos seduce; sin embargo, encuentro que ese mensaje, atraviesa y supera todo ello y engancha muchísimo más, porque verdaderamente representa la esencia del mundo femenino en elementos como: el conflicto interno, la inseguridad, el temor, la competencia, y el afán por hallar el verdadero amor, que son, finalmente los dramas a los que verdaderamente nos vemos enfrentadas en la vida adulta las mujeres. Y es que todas deberíamos entenderlo, tal mensaje, es, esencialmente de amor propio, de empoderamiento, pero no desde el ego, pues para quienes comprendimos bien dicho mensaje, allí queda bien claro que empoderarnos nada tiene que ver con llenar el armario de carteras lujosas, con jugar sucio, o con pisotear a nadie, sino que más bien tiene que ver con la auto confianza, en frases como las que lanza un niño de 13 años Matt Flamhaff (mejor amigo y futuro amor de Jenna): “Tú eres única ellas no son originales”. Y a lo que Jenna responde: “No quiero ser original, quiero ser genial”.
Lo que ella no sabía en ese momento, era que justamente ser únicas es aquello que nos hace geniales”, pero bien, entiendo su punto. Ella quería ser fabulosa y popular, sin embargo, muchas mujeres tardamos algunos años en comprender, que ese dichoso secreto que nos convierte en “Fabulosas” es, en gran medida la autenticidad, y no es que esté mal brillar por nuestro atuendo, por nuestra belleza física, o por nuestro éxito profesional, pero cuando somos nosotras mismas brillamos mucho más; y es que bien lo afirmaba Chanel: “La belleza comienza en el minuto en el que decides ser tú misma”.
El momento en el que Rink se percata que llegó hasta donde llegó pasando por encima de muchas personas, incluso de sí misma, con una competencia desleal y yendo en contra de sus propios principios, ese punto de quiebre en el que se da cuenta que no tiene amigos verdaderos, porque su aparente mejor amiga es la típica amiga tóxica: arpía, envidiosa e hipócrita (que a esta altura ya todas habremos conocido al menos una en nuestras vidas), ese instante en el que reflexiona respecto a qué cosas ha elegido mal, que gran parte de sus decisiones han obedecido más a la apariencia y por complacer a otros que por su propia convicción, y que cuando redescubre su real esencia y reivindica su autenticidad todo cambia, todo fluye y mejora sustancialmente, incluso el amor. Jenna reacciona respecto a qué y quién merece prioridad y su atención, respecto a qué anhela auténticamente su corazón y se estrella fuertemente contra eso que en definitiva no es para ella.
Probablemente muchas mujeres tengan ese gran instante, (similar al de Jenna) ¿Qué importa si es antes, durante o después de los 30´s? Lo cierto es que esta cinta es un buen referente de esa famosa crisis, estado de introspección o ataque de madurez femenina, (llámenle como quieran) que de una u otra forma, tarde o temprano todas atravesamos, y se presenta como una gran revelación, que llega para rompernos las estructuras previamente establecidas, nos sacude con fuerza, como un terremoto existencial, cuyos escombros generan dolorosas lesiones, pero es gracias a ello que nos redescubrirnos y en consecuencia reinventarnos, sea para hacer una pausa y mirar con gratitud hacia atrás eso tan valioso que hemos construido y aprendido, sea para darnos ¡Látigo, látigo! por lo mal que lo hemos hecho todo, o simplemente para asumir con dignidad y sin dramas, que nos equivocamos y decidamos cambiar de rumbo, porque probablemente eso que decidí hace un par de años, hoy ya no lo deseo más…
Lo cierto es que, a mí me empezó (La crisis) alrededor de los 28, eso sí, este año le puse más empeño, y gracias a “Si tuviera 30” (porque efectivamente la volví a ver) continué con la catarsis, pero debo adelantar, que con muchas más preguntas en el aire; fue justamente esa especie de ligera crisis la que me obligó a cuestionarme, a replantearme, a castigarme mentalmente y es que, sí, eso es justamente uno de los tantos regalos que abres al cumplir 30: La autoevaluación y como complemento, la autocensura, ésta se hace más cruda, es inevitable compararse, hacer cuentas, mirar para atrás con reproche y hacia adelante con incertidumbre, con dudas al avanzar y halarse las orejas por ese errorcillo del pasado que aún no te perdonas, entonces comienza como una lluvia de auto reprimendas, la mente te manipula y te lleva a pensar un cúmulo de estupideces, especialmente si te da por preguntarle a una que otra amiga tóxica( que hasta el momento no identificabas como tóxica) sobre qué es lo que sucede en los 30´s …
¡Por supuesto! Ella te hablará desde su versión retorcida, dramática y victimista de la vida, de lo terrible que es, lo vieja que estás y lo desgraciada que serás de acá en adelante. Básicamente te dirá que te dediques a observar el horizonte, sentada en una mecedora y esperes el final de tus días pacientemente, que vayas comprando las pantuflas de abuela para descansar los juanetes que empezarán a salirte, las medias para la vena varice que seguro te invadirá, el tinte para las canas que asediarán tu cabellera, y un sinfín de cremas antiarrugas para que las patas de gallina se noten menos. Pues bien querida amiga, si te dicen algo por el estilo, sí, en efecto, esa es la amiga tóxica, ojalá le huyas. No te quedes con la primera opinión, porque los 30´s aunque tal vez sí pateen fuerte al comienzo, (y esto es más a nivel mental) ciertamente no serán el preámbulo hacia el final de tu juventud; lejos de eso, aquí es donde comienza lo bueno, y ya te demostraré por qué…
Es que bien lo mencionó la sabia Carrie Bradshow (Sara Jessica Parker) en la que, al menos para mí ha sido la mejor serie, para retratar el Universo femenino de la mujer contemporánea, Sex And The City. Pues en alguna ocasión se refirió a la edad diciendo que: “A los 20´s te diviertes, a los 30´s aprendes las lecciones y a los 40´s pagas los tragos”. Aunque no parece ser una reflexión muy profunda si es práctica y muy realista, y ya veremos la razones:
Generalmente a los 20´s estamos más preocupadas por divertirnos y por experimentar que por el cómo hacemos las cosas, es justamente eso, la década de los experimentos, de las inseguridades, de la inexperiencia, a los 20´s creemos que valemos más por cómo nos vemos que por quienes somos, especialmente las mujeres, nos escandaliza casi todo, jugamos a la doble moral, donde nos gusta lo atrevido para sí mismas, pero se lo criticamos a otras, solemos ser menos empáticas con las de nuestro mismo género y llamarle “zorra” a cualquiera que se vista o comporte sexy se nos hace habitual, estamos llenas de prejuicios, ya que probablemente aun cargamos con los taras de nuestros ancestros.
De cierta manera, dependemos mucho de los demás, de lo que exigen los padres, de lo que dicen las amigas, de lo que opina la pareja, de los estándares de la sociedad, y ni se diga económicamente, en ese punto estamos lejos de ser independientes o libres financieramente, mejor dicho, dependemos de todo antes que de sí mismas.
A los 20´s es fácil casarse con cuanta ideología hallamos en el camino, y es sencillamente porque aún no tenemos claro quiénes somos o quienes deseamos ser, somos muy influenciables. Pero lo peor de esto no es que no nos conozcamos, es que estamos convencidas de que sí lo hacemos.
Probablemente es la década de las primeras veces para todo, (Allá cada quién lo que se le vino a la mente) pero eso es justamente de lo que se trata la década de los 20´s, una especie de experimento, y es sumamente importante vivirla como viene, porque es la forma en la que construimos lo que seremos en adelante, y en esa medida, sí, los 20´s entre otras cosas son para divertirse. Atención: esto no quiere decir que después de los 20´s no nos vayamos a divertir más, desde luego que sí, es sólo que en esa etapa todo se experimenta con mucha más euforia y el placer se percibe más desde el ego que desde el alma.
Continuando con el postulado de Bradshow: “A los 30´s aprendes las lecciones”, es quizás de lo más elocuente que define esta década, que si bien apenas estoy iniciando, ya me está dejando ver con mucha claridad todo aquello que debo entender, por ejemplo:
La lección del desapego: aquello que debo dejar ir, porque es justo la primer lección que aprendes, al menos en mi caso, a soltar: apegos, cosas, lugares, personas, prejuicios, mentalidades, ¿Alguna vez te has preguntado, cuántas oportunidades has dejado escapar por tu apego? Ya sea apego a la familia, a la pareja, a algún lugar o a lo material. ¡Suéltalo ya!
La lección de la convicción: aquello en lo que definitivamente debo reafirmarme, eso en lo que creo se siente mucho más auténtico ahora, porque es desde el espíritu, a este punto, mis propias ideologías, no las impuestas, las que yo elegí, la filosofía de vida y los estándares en todos los ámbitos no son negociables. Bien lo mencionó May Lamberton Becke, “Cuando envejeceos, ni mejoramos ni empeoramos, sino que somos más nosotros mismos.”La lección del reencontrarse consigo misma: pues aquí corroboré que no hay tragedia más cruel, carga más pesada, decepción más grande o dolor más profundo que el producto de fallarse a sí misma, pero es inevitable, eventualmente te fallarás, te decepcionarás y te perderás a ti misma, pero ¡No te preocupes!, cuando menos lo imagines, te reencontrarás, te perdonarás y volverás a empezar de nuevo, y esta vez con más experiencia y amor propio que nunca. Y es que el asunto cuando comprendes esta elección es saberse encontrar a tiempo, atender a las señales de en qué preciso momento te estás fallando a ti misma, y además aprendes a rescatarte, te das la bienvenida con amor y agradeces lo aprendido durante la ausencia de ti.
La lección del autoconocimiento: sin dudas es inherente a la anterior, puesto que al reencontrarte contigo, te aprendes a conocer de verdad y va mucho más allá de saber cuál es la comida, canción o color favorito, se trata de identificar al detalle la esencia, de tener una absoluta claridad respecto a qué te queda, a qué no estarás dispuesta a negociar, por ejemplo: con el look o forma de vestir, arreglarte, maquillarte, ese estilo será muchísimo mejor que el de cualquier otro momento en tu vida, y la razón es simple, porque ahora sí te conoces bien, es que a los 30 ya no improvisas con tus outfits, cabello, colores, estilos y mucho menos con las relaciones que estableces, ya tienes claro que sí y que no le va a tu cuerpo, tono de piel, estatura, personalidad, corazón y lo mejor: ¡A tu Alma! Y en esa medida te aceptas más, se aclaran muchos panoramas y por consiguiente, visualizas bien en qué das la lucha y a qué asuntos ni siquiera vale la pena agotarles la energía; y así en todos los aspectos de la vida, porque durante muchas décadas a las mujeres se nos caricaturizó al promover la famosa frase:“Las mujeres no saben lo que quieren”. Incluso, Sigmund Freud, Padre del Psicoanálisis, también se cuestionó durante sus últimos años de vida: “La gran pregunta que no he sido capaz de responder tras treinta años de estudio del alma femenina es: ¿qué quieren las mujeres?” “el continente oscuro” como nos denominó y por cierto, a quienes, de múltiples formas el doctor nos atribuyó la etiqueta de histéricas, como causa de cualquier malestar; esto tras recibir a algunas pacientes en su consultorio. No obstante, Freud sostuvo un acucioso interés por la psique femenina y aunque no logró resolver totalmente el enigma que lo inquietaba, si dejó sembrada una semilla de la investigación sobre la mente de la mujer durante principios del siglo XX, además, teniendo presente que para entonces la existencia del alma femenina era puesta en duda, y en esa medida, el popular padre del psicoanálisis fue todo un extravagante.
Dicho lo anterior, nos martillaron tanto la frasecita de “Las mujeres no saben lo que quieren”, hasta que nos lo creímos, eso sumado a los demás estereotipos respecto a la feminidad; la etiqueta que nos puso Freud de histéricas definitivamente se nos quedó y sumada a las demás que nos puso la sociedad: que somos sentimentales, débiles, asustadizas, desequilibradas, cantaletosas e indecisas, entre otras. Lo más hilarante del asunto, es que todos esos ingredientes de etiquetas, dieron como resultado un peligroso coctel, cuyo nombre resume la etiqueta por excelencia del género femenino, la de: ¡LOCAS!, y quizás sea posible que muchas de nosotras, aunque parcialmente seamos un poco de todo aquello, pero, debo anotar, que definitivamente no es algo inherente a todas las mujeres de la humanidad, ni es una camisa de fuerza tras nacer con sexo femenino, no generalicemos, ni sucede siempre, ni en todo contexto; en primera instancia, admitamos por un instante que nuestro histrionismo y nuestra magnífica habilidad polifacética pueda hacernos ver un tanto alocadas, pero siempre y cuando aún no haya sido diagnosticado de manera oficial y no nos mediquen por ello, esto no nos inhabilita en lo absoluto para tener claridad sobre lo que queremos y como consecuencia decidir, es por lo cual se podría decir que: sin lugar a dudas, a todas las mujeres se nos debe estar permitida ese tipo de locura sana, la locura de vivir con pasión, sin inhibición, sin remordimientos y a todo color, porque esa es la locura que libera, la locura que otorga la felicidad.
Llegadas a este punto, sería bueno que ya al cumplir 30 y mucho mejor si se hace antes, logremos desmitificar esos y muchos más mitos respecto a los condicionantes y roles de la mujer, que bien podrían ser ilimitados, pues si aligeramos la maleta que llevamos en este camino llamado existencia cada vez podremos avanzar de manera más firme y veloz. Pero si aun así, liberando la maleta y soltando el equipaje de estigmas sociales, continuamos dudando respecto a qué es lo que queremos, les tengo una excelente noticia: hay algo que sí tendremos seguro y muy claro llegadas a los 30, y es aquello que YA NO QUEREMOS.En las relaciones de pareja: ya tenemos claro que no podremos con el controlador, el celópata, el mentiroso, el inmaduro, el inseguro, el inestable y/o el tacaño.
En el trabajo: conocemos plenamente para qué oficios no servimos, en qué somos talentosas, en donde explotamos el máximo potencial y en donde no avanzamos.Respecto a la familia: ya sabemos si queremos o no hijos, matrimonio, relaciones estables o si definitivamente hay alergia al compromiso, aprendemos a preocuparnos menos y ocuparnos más de aquello que nos desagrada o vemos como un problema, y si ya estamos casadas y/o somos madres, se hace muchísimo más claro aún hasta donde llegan nuestros límites y paciencia. Respecto a padres u otros familiares definitivamente ya no estaremos dispuestas a asumir cargas que no nos corresponden, a heredar complejos, a repetir patrones, aquí ya habremos cortado las cadenas necesarias para evolucionar y jamás repetir los errores de nuestros ancestros, y muchísimo menos a vivir en pro de su aprobación.
La lección de dejar a un lado el victimismo: ¡Esta es bellísima! Pues comenzamos a asumir los propios errores y dejamos de culpar a los demás por lo que nos sucede, bien sea porque lo experimentaste de manera autónoma o porque a este punto ya te has visto obligada a ir a terapia más de una vez y te abrieron los ojos de una forma más cruel; de la manera que sea, pero al fin comprendiste que las personas no te hacen cosas, simplemente suceden cosas y tú decides cómo te sientes al respecto, en todas las experiencias negativas que atraviesas el cómo te sientes depende de ti y no de los demás, asumes tu parte en las discusiones, en la forma de relacionarte con otros y en las situaciones nefastas, aun cuando tú misma no las generaste, pero sencillamente aprendes a tener claro que tus sentimientos y experiencias las asumes tú y nadie más que tú. Nada de entrar en el rol de víctima, vivir del drama, culpar a otros y mucho menos esperar de nadie, a esta altura, el lloriqueo eterno, la idealización y los reproches ya no deberían ser un opción, ¡Ojo! Asumes tus errores, no la culpa, que es bien diferente, si te compete lo llevas con dignidad y con la intención de aprender y de mejorar, nunca con la intención de quitarle responsabilidad a otros de sus actos, tú simplemente agarras lo que te corresponde, ni más ni menos.
Ciertamente, toda esta profunda reflexión no la he hecho yo sola, ha surgido también en colectivo al conversar con algunas de mis amigas, treintañeras como yo, con quienes llegamos a varias conclusiones respecto a lo mejor de experimentar esta década, y he aquí lo interesante del caso, es que una de dichas conclusiones, y creo que es de las más relevantes, es que definitivamente no estaríamos dispuestas a devolvernos en el tiempo si fuese posible, y revivir esos gloriosos 20´s que, aunque para todas fueron espléndidos en muchos aspectos, también fueron desastrosos en otras áreas, y que, finalmente la experiencia, la seguridad en sí mismas , la madurez y la claridad mental que hoy tenemos, no serían en absoluto negociables, porque es justo lo que nos hace más interesantes y sexys.
Es curioso, porque mientras hablábamos al respecto, yo, que apenas me adentro en esta década, esperaba que ellas, mis amigas, que dieron primero el salto al tercer piso, me dieran la bienvenida al club de las treintañeras, envuelta en una especie de pésame, o lamento comunitario, y para mi sorpresa, fue todo lo opuesto, todas, sin excepción, me dieron a entender que era la mejor década para una mujer, al menos para las que son como nosotras: soñadoras, con la mente abierta, divertidas, espontaneas y con muchísimas ganas de seguir evolucionando, en otras palabras: las que nos atrevemos a ser nosotras mismas, y también, ¿Por qué no decirlo?, guapas, porque además debo anotar, que los años solo las han hecho más bellas, más sabias y más interesantes.
De hecho, ya algunos estudios como el análisis patrocinado por House or Fraser han determinado que las mujeres alcanzan su mejor momento, tanto en cuestión de apariencia como en plenitud sexual a los 32 o 34 años, Pero no sólo se trata de apariencias, de acuerdo con Contenido Mx que cita a Evolution & Human Behavior, a esa edad la mujer es más inteligente y conoce mejor su cuerpo, por ejemplo, sus ciclos hormonales y su atractivo biológico.
Esto contrasta con otras investigaciones que definen entre los 30 y 40 como el período en que las mujeres se sienten más sexys, como lo afirma una encuesta realizada en Inglaterra a 2000 mujeres, también por la marca House of Frasier. Allí se asegura que los 34 años son la edad en que las mujeres son más deseadas porque se sienten más sexys. Es cierto que muchas se sienten confiadas y sexis en cualquier edad. Sin embargo, este estudio concluye que «los 34 años son el punto más alto de confianza sexual» en mujeres, ya que sin importar la cantidad de candidatos que tenga, las chicas que están en esta etapa son más seguras de sí mismas.Esto es posible porque las mujeres son capaces de valorar más las opiniones sobre alguien que las considera atractivas, han encontrado una forma de vestir con la que se sienten más seguras y lindas, eligen mejor a la hora de hacerse cambios de look, etc. Esta teoría está reforzada por Meaghan Ramsey, Directora Global del Proyecto Dove de la Autoestima, quien afirma que la autoestima en las mujeres suele afectar más a las adolescentes que a las adultas.En ese orden de ideas, y analizando tan valiosa información que suministraron tanto los estudios de género como mis amigas, determiné 10 puntos que la mayoría de mujeres tenemos a nuestro favor luego de cumplir 30, porque sencillamente no puedo estar más en desacuerdo con aquellos nefastos y pesimistas artículos y en general con la sociedad, que no aborda otros aspectos más que la desgracias de las mujeres tras entrar a los 30. Que si no nos hemos casado o reproducido se nos fue el tren, que comienza nuestro conteo regresivo hacia el colágeno, que todo se nos empieza a descolgar, que entramos al mercado del usado (Sí, todo eso y más lo he leído y escuchado, tanto de revistas rosas como de gente acomplejada) y no se cuanto más rosario de sandeces. Pues queridas amigas este es un texto de venganza, esta es la respuesta a todo ello, porque mi interés fundamental aquí es centrarnos en lo positivo y solo en lo maravilloso, de lo que hallamos en esta década que, luego de leerlas, estoy convencida, todas estarán de acuerdo conmigo en que las ventajas son muchas, y aquí van.
10puntos a tu favor cuando cumples 30
1. Mayor seguridad en ti misma
Así es, mis amigas coincidieron en soltar la frase: “Ya quisiera yo haber tenido la seguridad a los 20´s que tengo hoy en día en mis 30´s”. Y sí, probablemente a los 20´s estábamos mucho más “buenas”, pero también éramos sumamente inseguras, inmaduras y menos profundas. Pues así es, eso cambiará, a los 30 te poseerá la autoconfianza, no temerás hablar de tus logros profesionales, de tus talentos o simplemente de tus atributos físicos con orgullo y recibirás los elogios sin modestia porque sabes que los has ganado a pulso y que está bien saber lo que valemos, así como el hecho de que sabrás cuánto cuesta tu trabajo y no vacilarás en decirlo cuando te pregunten por tu aspiración salarial, tampoco sentirás temor por tomar la iniciativa e ir tras ese chico que te encanta, y si te rechaza él se lo perderá
2. Adiós timidez
Pues esta va muy de la mano de la seguridad, indudablemente hace un par de años o varios años atrás no serías capaz de ir a la farmacia por un set de condones, de hablar abiertamente sobre tu sexualidad, de entrar a un sex shop, o simplemente de confesarle a ese tipo, que te fascina, o a aquel fracaso de cita, que definitivamente fue un fiasco desde el primer minuto del encuentro y que por favor ni se le ocurra llamarte de nuevo, pero ahora todo aquello no solo se te hace cero vergonzoso sino que se te vuelve habitual…
3. Hola libertad, Chao prejuicios
Te sientes y eres más libre, y esto en todos los ámbitos: física, emocional, psicológica, sexual, espiritual, ideológica y económicamente; en este punto creerás en lo que te nazca, en lo que te resuene puntualmente a ti, no lo que dice tu familia o la sociedad, y en consecuencia actuarás, a este nivel ya tendrás claro que el único pecado que existe es quedarse con las ganas, pocas cosas te escandalizan y puedes hablar prácticamente de cualquier tema sin tabú o sin sentirte culpable. Pues ya habrás hecho conciencia, de que eres la única dueña y responsable de tu vida, de tus decisiones, de tu dinero, de tu hogar y de tus pasiones, que aunque haya otros involucrados en tu vida, bien sea hijos, pareja, familia, amigos, trabajo, sabrás que solo tú decides lo que te conviene porque comprendes que la independencia a todo nivel y el amor propio son los pilares fundamentales hacia cualquier tipo de libertad.Así se refirió Margaret Mitchell al respecto: “Hasta que no pierdes la reputación, no te das cuenta de la carga que suponía o de lo que en verdad es la libertad.”
4. En el amor eres menos ingenua
Ya puedes aplicar la frase de: “Me viene con cuentos y yo con librería”, no significa que ya no creas en el amor, o que pierdas la capacidad para el romance, simplemente te vuelves práctica, sabes que puedes divertirte con el equivocado mientras llega el indicado sin armar ningún drama al respecto
5. No te conformas
Eres más honesta contigo misma y con los demás. Sabes lo que quieres y lo que no, y además no temes decírselo a quien haga falta, tienes claro que no te quedarás atrapada en ese trabajo en el que no creces, en esa relación en la que ya no sientes chispa, en esa amistad que ya no te aporta y/o desgasta o simplemente no sentirás la mínima vergüenza por devolver un plato en el restaurante, porque simplemente cambiaste de opinión respecto al menú
6. Más Instinto con los hombres
Cada vez se hace más agudo, sabes cuándo le gustas aun cuando no hayan cruzado palabra alguna, sabes cuando no le inspiras ni un mal pensamiento, así como que desarrollas una especie de olfato para determinar al perro canequero, al patán, al imbécil y al caballero de turno, en pocos minutos.
7. Tu capacidad de envidiar a otras disminuye
No porque no reconozcas la belleza femenina y todo tipo de cualidades en otras, sino porque no te atemorizan, ya tienes claro que a las mujeres que suelen envidiar o descalificar a otras, les falta mucho camino por recorrer, la mejor que describió dicho patrón en esas mujeres fue Emily Eden, “Mientras no albergaba ninguna esperanza de ascender en el rango de la belleza, su única oportunidad era bajar a las demás a su nivel.” ¿Y qué más da si otras mujeres son 10 años más jóvenes, si pesan10 kilos menos, si tienen 5 cm más de estatura, si tienen 2 maestrías más que tú, dominan 5 idiomas, viajan más o tienen el trabajo soñado? No te preocupará en absoluto, porque tu seguridad ya proviene desde adentro, sabes que sigues viéndote atractiva pero que tu mejor atributo lo tienen que descubrir, y es mucho más interesante que un rostro simétrico, unas piernas torneadas, una carrera profesional en la cúspide, un montón de diplomas, o una casa bien decorada, porque durante todos estos años te has preocupado por pulir ese diamante en bruto que todas somos, pero que a los 30 resplandece, te has preparado en mente, cuerpo y espíritu, eso es una integralidad, tú lo sabes bien, lo llevas con orgullo y eso, sencillamente es irresistible, pues la confianza en sí misma y la realización agregan ese fuego interior que hace a la mujer tan atractiva.
8. Te amas y te cuidas más
Te echas cada vez más flores y menos reproches ante el espejo, porque comprendes que tu autentica belleza se comporta como el buen vino, que con los años solo se pone mejor. Por supuesto, te cuidas mucho más, ya nos toca comprar la crema hidratante, con sumo cuidado que en la etiqueta diga 30+ porque de lo contrario no nos sirve, hay que cuidar religiosamente lo que comemos y la hora en la que comemos, no sólo porque la cucharada de más que te comiste en el almuerzo, en la cena ya se te nota, sino porque además lo que consumes también tiene consecuencias sobre la salud, indudablemente el organismo cambia. Sin embargo, creo que este tipo de conciencia la despertamos no solo por vanidosas o porque inevitablemente a los 30 una que otra cosita ya no nos agrade tanto de nuestra apariencia, sino porque verdaderamente nos amamos más, o mejor, nos aprendimos a amar de una forma más auténtica, al menos así ha sido en mi caso, es que tal vez en los 20´s somos igual o más vanidosas, la diferencia aquí radica, en que durante los 20´s generalmente lo hacemos más pensado en los demás, queremos gustarle más a ese chico, queremos presumirle a nuestras amigas, agradarle más a la familia, o a la sociedad en general, pero a los 30 ese tipo de cuidados, arreglos o retoques los empezamos a ejercer por nosotras mismas, más que por necesitar la validación de alguien más. Bien dijo Mohadesa Najum “La mujer que no requiere la validación de alguien más es la mujer más temida”.
9. No te complicas con nimiedades
Que los hombres no esperen una escenita de celos pública, o un drama porque no postearon una foto a nuestro lado en alguna red social, o porque nuestra pareja se quedó viendo hacia el infinito mientras les hablábamos por más de 10 minutos, no les vamos a preguntar en qué están pensando, o porque pasó el fin de semana entero y no recibimos la llamada de ese tipo con el que salimos, eso sencillamente pasa a un segundo plano, porque tenemos asuntos mucho más interesantes de qué ocuparnos, o simplemente porque no gastamos la energía inútilmente, porque tenemos bien clarito que eso resta colágeno y eso es un lujo que no nos vamos a dar.
10. Aprendes a manejar la frustración
Pero jamás a resignarte, maduras en el sentido en el que sabes aceptar cuando algo no funciona, ya no haces un berrinche y en su lugar, sales de ahí a tiempo, sin embargo, eso no te quitará jamás de la cabeza la convicción de que llegará lo que mereces e irás por ello, sea el trabajo, el viaje o el hombre de tus sueños, determinación será tu segundo nombre.
Quiero tener 30, ser coqueta y próspera…
Al igual que Jenna Rink, ese también ha sido mi sueño, (aún lo es) pues hoy quiero dirigirme a mi niña de 13 años y analizar hasta qué punto le cumplí o le fallé.
La coquetería sí o sí ha estado presente toda mi vida esa viene como en la sangre, y es que ¿Por qué no admitirlo?, me encanta la atención, pero también me fascina coquetearle al destino, a la vida misma, vivir con pasión a cada instante, y al cumplir 30 no solo esa actitud se ha mantenido sino que está más intensa que nunca. Respecto a la prosperidad, creería que es un asunto muy subjetivo, ya que, generalmente suele ir de la mano del éxito, el reconocimiento en lo que haces, o la satisfacción que te genere la vida que llevas, creo que todo ello se ha cumplido parcialmente, ya que he logrado cumplir muchos sueños a nivel personal y profesional, pero aún siento que el camino que falta por andar es muy largo, creería que ese punto está en proceso, pero siento tranquilidad al respecto, lamento decepcionarte mi niña de 13, pero aún no tenemos el guardaropa de Rink, ni su nivel de prosperidad, pero sí te digo que estamos en ese sendero.
Si comparara mi niña de 13 años con la Jenna de 13 años, de la película de “Si tuviera 30” podría decir que son casi idénticas, ambas soñadoras, ambiciosas, lindas pero que tampoco llegaban a ser la típica bomba sexy de su clase, eso sí muy divertidas, persistentes, inteligentes pero que tampoco pretendían que les reconocieran como nerds, en medio de todo ingenuas e influenciables, y debo admitir, con una ligera carencia de autoestima. No obstante, 17 años más tarde, esa niña, mi niña de 13 encontró su lugar, y definitivamente las cosas han venido cambiando a su favor, me encantaría poder ver a los ojos hoy a la Esmeralda de 13 años y decirle: que todo estará bien, que confíe más en sí misma y en sus talentos, que efectivamente se graduará de esa carrera soñada y podrá darse uno que otro capricho, que no sufra por ese primer amor porque ese no es, que en su lugar agradezca la tremenda lección que vendrá luego, que no se sienta triste cuando pierda algo porque más adelante la vida le compensará con algo mejor, que sí podrá librarse de esos complejos que la atormentaban, que sí podrá afrontar las crisis que vienen más adelante, que definitivamente no le será nada fácil pero siempre lo logrará, que aprenda a llevar las críticas con más serenidad y que no tema, que aunque no es su sueño de entonces, se casará y será madre de una niña fantástica que le llenará el corazón de gozo, que nunca deje de soñar, que no está mal sentirse diferente o no encajar, que de hecho será muy constante en su vida adulta también, que esa parte de ella que le hace sufrir, más adelante será justo lo que le hará brillar, que esa situación que tanto le duele pasará y le habrá enseñado a ser fuerte y a valorarse más, que es hermosa aún antes de corregir esos defectos que la atormentan, que ella brilla y que no permita jamás que nada ni nadie apague esa chispa, que la Esmeralda de 30 la perdona por no apreciarse tanto en ese momento como debería, la comprende y la ama y lo más importante: que no descansará hasta cumplirle todos sus sueños.A modo de conclusión
Probablemente entre la adolescencia y los 20´s a las mujeres se nos permiten muchas cosas, entre esas: hacer el ridículo, bien sea por pasarse de copas, por los shows de despechos, las escenas de celos, el atuendo que llevemos, el estilo que adoptemos y/o las creencias que sigamos; y es que, pareciera que durante esta etapa estuviese bien no tener rumbo, o tenerlo y perderlo, está bien fracasar, equivocarse, reinventarse, cambiar de carrera, de trabajo, de opinión; generalmente ante esto tus allegados te repiten frases tipo: “Pero si tienes toda la vida por delante, tranquila!”
Sin embargo, a medida que subimos las escalas de los años, la sociedad va haciéndose cada vez más feroz y nos empieza a castigar exactamente por lo mismo: por los errores, por las malas decisiones, por el cambio de opinión, porque nos pasemos de tragos. Especialmente a partir de los 30, tal parece que las segundas oportunidades estuviesen limitadas conforme cumplimos años; pues mucho se dice acerca de que, en los 20´s lo sueñas en los 30´s lo haces realidad, o que en los 30´s ya deberíamos ser adultas responsables y ya no hay tiempo para tontear y muchísimo menos para cambiar de vida.
Es por lo cual, hoy es mi deber decirles que no siempre funciona así, hoy quisiera también, darle una voz de aliento a esa mujer que está viviendo justamente lo opuesto, que por diversas circunstancias de su vida, a los 30 apenas comienza a soñar, apenas comienza a permitirse la diversión, el ridículo, la jovialidad, la locura, en otras palabras: que apenas está renaciendo; algunas han salido de matrimonios infernales que las dejaron marcadas y les impidieron vivir su juventud a plenitud, deteriorando severamente su autoestima, muchas tuvieron en cambio, situaciones familiares complicadas, que les obligaron a tomar las riendas del hogar y a asumir roles que no les competían, como el de hacer de madres de sus hermanos, a trabajar desde muy jóvenes y a perderse de lo que se supone hace parte de los 20´s; otras, serían madres muy jóvenes y en cuyo caso tuvieron que cambiar radicalmente su vida, sus sueños y su proyección mientras sacaban adelante a aquel hijo, y otro grupo de mujeres sencillamente anduvieron por años aletargadas en el tiempo ,sin darse cuenta de que estaban vivas, muchas lograron ese nivel de conciencia antes, otras después, y muchas probablemente aun no lo hallan; el punto es que, la edad no debería ser, en absoluto, un condicionante para soñar, un limitante para creer en sí mismas, o una excusa para no ir tras lo que añoramos, incluso si esto implica cambiar de rumbo, de pensamiento, de carrera, de pareja, de vida. No es un cliché, en realidad, nunca es tarde para buscar la felicidad.
Acerca de nuestros ancestros
Es importante recordar, que hasta hace algunas décadas, unos 70 años atrás por poner un número, e incluso hace menos tiempo, una mujer de 30 años era vista socialmente como una señora muy recia y muy maja, que sencillamente enviaba el mensaje de que se entregaba resignadamente a su vejez. Y es que, sin lugar a dudas, los estereotipos sociales inciden notablemente sobre los objetivos de la vida de una mujer.
La mayoría de las mujeres de la generación de nuestras madres y abuelas tenía forjada la realización de sí mismas casi que de manera exclusiva en la familia; nada que ver con las treintañeras, cuarentonas, e incluso cincuentonas que nos encontramos en la actualidad, cada vez más preocupadas por su apariencia, por sus carreras, por sus proyectos, pero sobretodo, más preocupadas por ser felices, por ser ellas mismas; y es que es justo allí donde radica la enorme diferencia.
Cuando, de repente observamos una foto de nuestras abuelas o bisabuelas que si alguien de la familia no nos asegura que ahí tenían 30 años, de seguro les pondríamos mínimo 50; creo que lo que llevaba a estas mujeres a aparentar tantos años de más en comparación a los que realmente tenían y a que descuidaran tanto su apariencia obedecía más a lo que sentían en el fondo de su ser que a lo que aparentaban en el exterior. Tal vez, en efecto, antes no tenían el mismo acceso a los productos de belleza en todo su esplendor, o la ciencia no hacía aun las maravillas que hoy logra en términos estéticos, ni tampoco la cultura giraba tanto en torno a verse como muñecas de porcelana como ahora, sin embargo, más allá de eso, creo que lo que verdaderamente envejecía a nuestros ancestros femeninos, era esa ausencia de amor propio, o la presencia de uno muy precario, además de la carga tan pesada del hogar, que recaía exclusivamente sobre ellas, un marido demandante, que más bien se comportaba como otro hijo o en el peor de los casos como un patrón neurótico, con muchos hijos en edades cercanas por cuidar, educar y entretener, con poca o nula ayuda por parte de los esposos, y además de la cruel presión social a cuestas que les obligaba a sonreír y a aguantar por patán que fuese el tipo o malcriados que fuesen los muchachitos, y por supuesto, a esto sumémosle el hecho de que para la mujer no habían más posibilidades de roles que las del hogar, a lo más que podrían aspirar tal vez era a ser costureras, secretarias o cualquier oficio en el que no ganaran mayor cosa ni tuviesen mayor protagonismo. Creo que esa es la gran discrepancia entre las mujeres de 30 de hace unos 70 años y las de ahora, que las de hoy sí tenemos opciones, a nosotras realmente sí nos importa lo que sentimos, queremos y necesitamos, sabemos ponernos primero y lo mejor de todo: sin culpa, hemos aprendido a equilibrar la balanza entre: pareja, hijos, vida social, profesional y espiritual, además del hecho de que hoy podemos: votar, usar libremente anticonceptivos, e incluso esterilizarnos definitivamente y así tener el control absoluto sobre nuestra vida sexual y reproductiva, podemos divorciarnos legalmente, está bien si decidimos quedarnos solteras por elección, tenemos acceso a la educación y al mercado laboral en condición equitativa a los hombres lo cual nos da independencia económica y autonomía , además hay leyes que nos respaldan. Sin lugar a dudas, la sociedad ha logrado evolucionar el pensamiento en gran medida, y con ello nos han quitado muchísimo peso de encima, y por supuesto que aún hay mucho por mejorar, sin embargo, debemos sentirnos agradecidas por los avances, pues todo en conjunto ha representado un rol de la mujer muy diferente dentro de esta sociedad moderna, e incluso dentro del mismo hogar, pues nos ha otorgado libertad emocional, económica, física, sexual y espiritual, y toda esa autonomía y plenitud se traduce en lo que hoy conocemos como empoderamiento femenino, es por lo que todo ello indudablemente tendrá que verse reflejado también en nuestra apariencia y consecuentemente en nuestra jovialidad, es que la clave en todo ello ha sido mirarnos hacia adentro y velar por nuestro propio bienestar, priorizar nuestros sueños y lograr hacernos cargo de sí mismas.
De hecho, ser un poco egoístas, en el buen sentido de la palabra; es decir, en lo que tiene que ver con explorar nuestros talentos, trabajar en algo que nos apasione, tener independencia económica, cultivar una vida social regular y el tener metas e intereses personales incide notablemente sobre el estereotipo generalizado de la edad, el cual tiene muchos aspectos negativos y se perciben de diferente manera en hombres y en mujeres; por ejemplo: (Tuckman y Lorge; McTavish, en Lehr, 1977) encontraron que: los estudios realizados para detectar expectativas o actitudes acerca de la autoimagen de la edad en personas maduras; en cuanto a las respuestas femeninas, estas fueron mucho más pesimistas y desalentadoras que los hombres respecto a que consideraban que las mujeres envejecían con más prontitud y de una manera más evidente que los hombres. Sin embargo, dichas respuestas estaban sujetas al nivel de formación académica y de roles; así que se detectó el hecho de que el acceso a la educación superior y el trabajo fuera de casa influía positivamente sobre las mujeres respecto a su autopercepción en cuanto a la edad y en general respecto a la imagen de sí mismas, comparadas con las amas de casa y con las mujeres de nivel educativo de primaria.
Continuando, es por lo que es crucial que hoy todas las mujeres contemporáneas tengamos presente que todo aquel proceso de empoderamiento femenino no ha sido gratuito, muchos de esos cambios se han venido gestando gracias a otras mujeres valientes que decidieron resistirse, rebelarse y cortar aquellas cadenas de opresión que llevaban siglos enquistadas en la sociedad, pero solo fue hasta que aquellas mujeres se unieron y descubrieron su gallardía para dar esos primeros pasos agigantados que hemos dado en términos de equidad de género, de inclusión y de dignidad, que se dieron dichos avances, justo esa unión, (entiéndase bien: la unión, no la división ni la competencia) y determinación femenina es lo que nos ha conducido hasta lo que podemos experimentar hoy las mujeres modernas en términos de estilo de vida; hemos aprendido a hacernos respetar más, a hacernos sentir con fuerza y sobre todo, a respetarnos entre nosotras mismas, a tener cada vez menos miedo y más carácter, menos prejuicios y más ideales, menos moralidad y más intelectualidad, y en definitiva, más amor y orgullo por el hecho mismo de ser mujeres a cualquier edad, en este caso: ¡Mujeres Fabulosas de 30!.
Por ello, es justo ahora el momento perfecto para que tomes las riendas de tu vida, y si ya las tienes, las sostengas fuerte, galopes por los senderos de tu destino con brío y con altura, con ferocidad pero con sigilo y con la plena conciencia de frenar a tiempo y no abruptamente cuando se haga necesario, que mires atrás y no olvides lo que has dejado y lo que fuiste, incluso si te dañó, pero hay que llevar esa niña, adolescente o jovencita herida a donde quiera que vayas, hay que consolarle y recordarle que estará bien, que tú le abrazas; así como no debes dejar de mirar hacia los costados y observar quien te acompaña y agradecérselo, incluso si decide quedarse, y por supuesto mirar arriba, hacia la meta y verla cada vez más cerca, cada vez más nítida y sentir la euforia que te produce percibir su proximidad, es también por lo que hoy quiero decirte a ti mujer: a ti que estás librando esa dura batalla, te quiero decir que sí podrás, que sí eres capaz, que estarás bien, porque aunque lo dudes, tú eres fuerte, eres poderosa, solo busca dentro de ti y hallarás las respuestas, hallarás el cómo; pues es justo ahí donde reside toda tu sabiduría, todo tu coraje, todos tus talentos, no desistas, eso que hoy te parece imposible superar, emprender, acabar, lo lograrás, porque te aseguro que detrás de cada mujer-empoderada, hubo antes una mujer-víctima, directa o indirecta de algo o de alguien, pero que simplemente decidió que esa etiqueta no le agradaba y cambió su rumbo, y sé con plena seguridad que tú también lo harás.
Abraza el sufrimiento y transfórmalo en tu mejor versión, confía en ti misma, sigue adelante. Porque reitero, nunca es tarde, como lo mencionó Louise-Honoré de Choiseul “Solo nos hacemos viejas tan pronto como dejamos de amar y confiar”.
Finalmente hemos llegado hasta aquí, cumplimos 30, con todas las heridas, victorias, aprendizajes y lágrimas que eso haya implicado, es cierto que es el fin de una década y eso, de cierto modo merece un duelo; pero también significa otra cosa: que es el inicio de otra década, y eso, definitivamente merece festejo, así que, para finalizar y a modo de consejo, desde lo que podría aportarte mi ligera experiencia y humilde percepción, te digo: ¡Celebra tus 30 con euforia!, no te centres en lo que te resta sino en lo que te suma, deja de pensar en la edad como un número y comienza a observar la madurez y el crecimiento en cada etapa, ve todo lo positivo y no te dejes abrumar por lo que parece desagradable; deja ir personas, situaciones, lugares y estigmas que te roben la paz sin temor ni culpa alguna, agradece en lo que te has transformado, bendice todos tus pasos: pasados, presentes y futuros, ama tu cuerpo, incluso con esos kilos de más, ama tu rostro, incluso con esas nuevas líneas de expresión que no son más que las marcas de intensas emociones, y si quieres hacerte algún retoque, ¡Hazlo!, todo lo que te haga bien, pero hazlo para ti, para tu propio bienestar, ama tu mente y enaltece lo sabía y fuerte que se ha hecho con los años, y jamás dejes de cultivarla, no envidies a otras mujeres, todas llevamos procesos diferentes, ámate más que a nadie en el mundo, cuida mucho de ti, tanto de tu salud física como mental y emocional, cultiva tu espiritualidad, no interesa bajo que culto o ritualidad, lo que cuenta es que halles la paz interior y no pierdas la oportunidad para conectarte contigo misma; luego sí estarás lista para dar amor a los demás, no aceptes menos de lo que mereces; tal como lo afirmó Erich Fromm en El arte de amar: “Si un individuo es capaz de amar productivamente, también se ama a sí mismo, si sólo sabe amar a los demás, no sabe amar en absoluto”.
Así que pasa tiempo contigo misma para que luego todos quieran pasar tiempo contigo, pero especialmente para que logres conocerte a plenitud, ¡Coquetea! Sino es a los chicos, a la vida misma, recuerda lo que dijo Chanel: “la coquetería es la conquista del espíritu por los sentidos”.
Espero seas tan próspera como tu alma auténticamente lo ansíe en lo que tú decidas ser y hacer, y en definitiva, sé fabulosa hoy, mañana y por el resto de tu vida, es decir: ¡Sé tú misma! Y no permitas que nada ni nadie te arrebaten esa posibilidad.
¡Felices 30 a ti y a mí!
“No estoy interesada en la edad. La gente que me dice su edad es tonta. Uno tiene la edad que siente tener”.- (Elizabeth Arden)